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Agua que has de beber

El agua es fuente de vida. No se concibe la vida, tal como la conocemos sobre el planeta, sin ese vital elemento. Pero no cualquier agua es apta para el mundo animal y especialmente para el ser humano; para serlo, debe cumplir ciertos requisitos que se llaman de potabilidad. Si bien se ha hablado mucho los últimos días sobre esto, sólo va a ser una parte de esta nota.

Como para dar un cierre al tema, al menos desde esta humilde opinión, debemos decir que toda el agua que consumimos, ya sea por red o envasada, debe cumplir los citados requisitos de potabilidad que están establecidos en el Capítulo XII del Código Alimentario Argentino. Nuestros proveedores de agua deben garantizar que la misma cumple dichos requisitos para lo cual deben analizarla periódicamente tanto en su fuente como en la suministrada a fin de proceder a implementar el proceso de Potabilización más adecuado.

Algunos de los parámetros de calidad a mantener son relativamente sencillos de obtener a través de procesos físicoquímicos simples y económicos, como por ejemplo el flitrado para sacar del agua de las vertientes los sólidos en suspensión que traen y asegurar un nivel de turbiedad inferior a 3 UNT. Otros parámetros químicos como por ejemplo contenido de metales pesados o Fluoruros, motivo de la controversia reciente, que debe cumplir un rango aceptable en función de la temperatura promedio de la zona serían muy difíciles y costosos de ajustar de no ser cumplidos por la fuente del agua (de encontrase por exceso); lo mismo pasaría de no cumplir contenidos máximos de materia orgánica tal como hidrocarburos, detergentes, etc. Por último, los parámetros bacteriológicos del agua potable, tales como ausencia de bacterias coliformes, se garantizan mediante el proceso de cloración controlado de manera tal de asegurar una proporción de 0,2 PPM de Cloro Residual en el punto más alejado de la red.

Afortunadamente, el agua proveniente de las vertientes de nuestros pueblos, no tiene «intervención humana», es decir llega a las plantas potabilizadoras tal como surge de la naturaleza por lo que difícilmente posea contaminantes peligrosos para el ser humano. No obstante, los Centros Vecinales encargados de suministrar el agua potable en las localidades de nuestro departamento y eventualmente las autoridades pertinentes de la provincia, deberían asegurarse y asegurar a la comunidad que el agua que se consume satisface los requisitos de potabilidad y/o informar sobre desvíos, consecuencias y acciones a tomar.

Como para cerrar esta parte de la nota, resta mencionar que cuando se envía a analizar una muestra de agua para conocer su potabilidad, debe prestarse especial atención tanto al procedimiento de muestreo como a la esterilización del frasco para asegurar que el método no incide sobre el resultado que se obtenga.

Pero, como se expresó al comienzo, la idea de esta nota es compartida y la segunda parte tiene que ver con darle al agua la importancia que tiene para la vida. Con el agua que recibimos de las respectivas vertientes y/o perforaciones se garantiza la vida de nuestros pueblos. Vida en el sentido más amplio, por supuesto nuestra propia existencia pero también nuestra subsistencia, con el agua regamos los plantíos, jardines o fincas y sacian su sed los animales. Potable la nuestra, la que recibimos por la red y cruda, sin tratar, la del resto, la que recibimos por los canales y acequias en los turnos asignados.

Una y otra tienen el mismo origen e independientemente de la escasez o abundancia de la fuente, el agua es siempre un bien escaso. Veamos los siguientes datos, el 70% de la superficie de la tierra está cubierta por agua pero representa la milésima parte del volumen del planeta. De ese volumen de aproximadamente1.400 millones de kilómetros cúbicos, sólo el 2,5% es agua dulce, el resto es agua salada, la de los mares y océanos. Pero todavía tenemos una dificultad más, de esa cantidad de agua dulce, sólo está fácilmente disponible el 0,3%. Por fácilmente disponible entendemos agua de superficie, ríos, lagos, vertientes ya que el resto está en forma de hielo o en acuíferos subterráneos.

La distribución de esa agua dulce disponible no es uniforme, existen zonas más agraciadas y otras más desprovistas. «Agua falta para beberla …» cantamos especialmente en febrero, o sea ya sabemos que la escasez nos caracteriza. Sin embargo, no siempre se observa que se haga un uso racional del recurso. La palabra racional no significa racionalizar el consumo, aunque en muchos de los pueblos se deba sectorizar el suministro porque no alcanza para todos.

El uso racional implica abandonar prácticas tales como el riego indiscriminado de jardines y, peor aún, de calles, la falta de mantenimiento del agua de las piletas o piscinas lo que provoca su recambio periódico, las duchas interminables, dejar abierta la canilla mientras nos cepillamos los dientes, etc, etc. Con pequeñas acciones de todos, se puede lograr un importante cuidado del agua.

Muchos se podrían preguntar: ¿Cuánto puede significar para el medio ambiente lo yo que yo puedo hacer? La respuesta es «mucho» porque la suma de las partes, en este caso, es mucho más que el todo. Existen en el país varias iniciativas para ir generando conciencia sobre el cuidado del recurso trabajando en los grados medios de la escuela, los niños serán los promotores en sus casas y así podremos, en un futuro cercano, tener una mejor calidad de vida.

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