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Tenemos que hablar de tecnología y salud mental

“La depresión, la ansiedad y la ideación suicida han aumentado de manera marcada en los adolescentes durante la última década. De igual manera, se ha incrementado el tiempo que los jóvenes gastan en línea”, escriben Amy Orben y Sarah-Jayne Blakemore en un artículo de la revista Nature, donde se llega a una conclusión preocupante: claro que la exposición a redes sociales en la preadolescencia afecta la salud mental. En Colombia estamos muy mal preparados, tanto los padres como los maestros y la sociedad civil en general, para enfrentar los retos que la tecnología representa para la salud mental de los jóvenes. También para los tipos de personalidad que se están desarrollando en respuesta a los incentivos de los algoritmos.

El director del Instituto Alberto Merani, Julián de Zubiría Samper, retoma los hallazgos del artículo citado: “La investigación concluye que la correlación [entre el tiempo que permanece un joven frente a las pantallas y la depresión severa que incluye hospitalización] es positiva para los preadolescentes, siendo más alta en las mujeres de 11 a 13 años y en los hombres entre 14 y 15 años”. De allí, el educador propone una serie de conclusiones, de las cuales queremos concentrarnos en dos. Primera, que “los jóvenes crecen sobrevalorando sus opiniones personales y odiando las contrarias. Al fin y al cabo, en las redes los mensajes de odio, ira y exclusión se distribuyen de manera exponencial”. Segunda, que “la enfermedad más general de nuestro tiempo es la soledad. Es la consecuencia de vivir tiempos centrados en los individuos y no en los colectivos. Las personas tienen menos familiares, vecinos, compañeros y amigos”.

Durante la pandemia, en varias ocasiones, volvimos sobre cómo los principales afectados del encierro eran los jóvenes. No solo porque la calidad de la educación virtual en Colombia es deplorable en muchos casos, sino porque la soledad y el aislamiento llevan a que la salud mental se deteriore. Ahora que no hay restricciones, un tema poco tratado es que estamos viendo crecer a generaciones que nacieron en mundos hiperconectados, criados además por padres que no entienden muy bien los retos que eso implica. El resultado es nefasto no solo por los hallazgos que comparte la revista Nature y que comenta el profesor De Zubiría Samper, sino por el tipo de sociedad que estamos construyendo.

Si no hay campañas de educación sobre los algoritmos, sobre los incentivos problemáticos de las redes y en especial contra el individualismo cruel que fomenta internet, y si la educación no toca este tema de manera directa y persuasiva, tendremos colombianos cada vez más aislados. Eso lleva a mucho sufrimiento en silencio y a complicar cualquier proyecto colectivo de país.

No se trata de satanizar la tecnología, mucho menos cuando estamos en vísperas de la revolución que augura la inteligencia artificial, sino de reconocer que la sociedad necesita asumir responsabilidades que ha abandonado. La salud mental siempre ha estado en medio de tabúes y los jóvenes han sido dejados a su suerte. Eso tiene que cambiar.

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